miércoles, 31 de diciembre de 2008

Deseos y más deseos

En este año que acaba, me propongo lanzar el cajón de los malos ratos al olvido, al fondo del mar, lejos, muy lejos. Quiero recibir el 2009 con el alma desnuda, con nuevas ilusiones y, sobre todo, que mis miedos se queden con la última campanada del año viejo.

Les deseo a todos montañas de felicidad y un millón de sueños cumplidos, pero que siempre les queden algunos pendientes de realización para que puedan seguir soñando; les deseo amor, a manos llenas, que se den por entero y que reciban lo mismo; les deseo que nunca olviden el valor de una caricia, el poder de un abrazo, la importancia de una mirada, el tesoro encerrado en un beso; les deseo dinero para que puedan vivir holgadamente, sin que olviden que siempre hay otro que tiene menos que nosotros; les deseo salud a toneladas, para ustedes y para los suyos; les deseo, en definitiva, un año maravilloso, que el 2009 sea el mejor que hayan vivido.

Por mi parte, le pediré al nuevo año que haga posible lo imposible para traer felicidad a mi vida (y que se lleve la vena cursi que me sale de vez en cuando, que me gusto más con el ramalazo sarcástico... )

2008 besos y un abrazo.
V.

sábado, 13 de diciembre de 2008

De-sola-da

Pues a mí me cae gordo Papá Noel, sobre todo desde que Coca Cola lo travistió de rojo con fines publicitarios; tampoco es que me resultara mucho más simpático de verde, así que se va a joder, porque no pienso pedirle nada.

Los Reyes Magos, entre la crisis que hay y el poco caso que me hacen, van por el mismo camino que el barbudo canoso.

¿A quién le mando, entonces, mi lista de deseos?

viernes, 21 de noviembre de 2008

Ya he vuelto... y él también

Hola, niños y niñas

He estado dos semanas apagada o fuera de cobertura, pero me ha venido bien desaparecer ese tiempito. La primera semana de ausencia me la pasé trabajando como intérprete para los organizadores de un proyecto escolar, y la segunda, de guía turística voluntaria para una amiga inglesa que se quedó en mi casa.

Apenas he encendido el ordenador para mirar el correo, así que no había tenido noticias del Chico Nuevo hasta hace un par de días.

Yyo31: al final, nos hemos visto en la facultad o no?
Yyo31: digo, si te suena mi cara de atontada...
Rober_: No
Rober_: creo que no
Rober_: no me suenas, de verdad
Rober_: o sea, que no nos conocemos
Rober_: creo yo...

La cosa necesita rodaje, la verdad, pero no dejo de preguntarme si lo conoceré yo a él. A fin de cuentas, el hecho de que él no haya reparado en mí (nada extraño, por otro lado) no significa que él no haya estado en mi punto de mira...

sábado, 1 de noviembre de 2008

Entre letras anda el juego

La charla de ayer estuvo genial, aunque así han sido todas las que hemos tenido. Hubo chispa, buen rollo, peticiones de su parte para que confiara en él (“eso le dijo el Lobo a Caperucita”, le respondí yo) y promesas de que hoy me enviaría un correo electrónico para que habláramos esta tarde-noche.
Efectivamente, hoy tenía en la bandeja de entrada un e-mail suyo en el que, además de un saludo, me dejaba una petición para que entrara en el chat a eso de las 19.30h y un poema de Lope de Vega, que me encantó (“Desmayarse” se llama). Pasamos casi dos horas de conversación escrita, ordenador mediante, que no desmerecieron a las anteriores: hablamos de teatro, literatura, música, política, viajes,... y besos. Hablábamos de labios y me quejaba de que siempre que hace frío tengo que andar con protección labial, y me soltó la joya que sigue:

Rober_: bueno cuando yo te bese
Rober_: no necesitarás protector
Rober_: mis labios son suficientemente sensuales y cálidos
Rober_: como para abrasar a la boca más gélida
Yyo31: jajaja
Yyo31: míralo q chulo él
Yyo31: pues los míos son totalmente “besables”...

¿Será eso una promesa o una amenaza? Por cierto, acabo de enviarle un correo, tal y como acordamos, con tres fotos mías. Ignoro si, tal y como creo, nos habremos visto. Supongo que me lo dirá mañana...

viernes, 31 de octubre de 2008

Great Expectations

Hola, niñas y niños de la Blogosfera

He estado desaparecida y he dejado mi blog de lado... pobrecillo mío. Vayamos, pues, sin dilación, a lo importante, a la novedad.
Hace una semana conocí en un chat (ejem ejem) a un chico. Lo relevante del caso es que el chico en cuestión vive a menos de 20km de mí (cualquier otro de mi vida estaba a más de 3000km de distancia), es sumamente inteligente, tiene sentido del humor y congeniamos increíblemente bien. Después de hablar y hablar, deduje, por su dominio de la lengua escrita, que había hecho una carrera de Letras y si era así, tendría que haberlo visto por mi edificio... Es 5 años mayor que yo, pero antes de ir a la universidad, se apuntó en Formación Profesional, así que hemos coincidido en fechas en el mismo recinto universitario. Dicho y hecho: tengo que conocerlo sí o sí, tenemos que habernos cruzado mientras él iba a sus clases y yo a las mías, o en el pasillo, qué se yo.
No ha habido intercambio de fotos por esa misma razón; conozco yo más datos suyos que él míos, así que me ha dicho que yo he de mover ficha primero. No lo he hecho aún, pero porque el señorito decidió desaparecer más de una semana sin dar señales. Hoy se conectó y me dijo (reproducción fiel, o sea, copiar y pegar):

Rober_: oye, ¿Qué pasa?
Yyo31: q desapareciste
Yyo31: mi mail desapareció
Rober_: tengo un virus
Yyo31: y yo un perro
Yyo31: no te jode

En fin, que a mí no me vacila nadie... Al principio estuve bastante borde, lo admito, pero ahí reside parte de mi encanto, jajaja (bromita); la verdad es que no quería ponérselo todo demasiado fácil...

miércoles, 8 de octubre de 2008

A vueltas de Madrid, de París, de CASI todo

Ya pasaron los nervios, el histeriqueo. Llegué al aeropuerto de Barajas y llamé a mi hermana por el móvil para tener la mente ocupada, para impedirme pensar que en la sala de llegadas me recibiría Luisito.
Allí estaba, esperando como fiel caballero, armado con una sonrisa nerviosa. Dos besos y un medio abrazo. Fuimos a por el coche y él no paró de hablar. Nombraba cada pueblo por el que pasábamos y repetía: “No me puedo creer que estés aquí, bobita”, sin parar. Fuimos a su casa, llegamos casi a las dos de la madrugada y compartimos cama e insomnio.
Ninguno durmió, pero no porque pasara nada, sino por lo raro de compartir cama. Al día siguiente se repitió la historia. Al otro, nos fuimos a París.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Paris, mon amour...

Praga se queda pendiente. Sale todo muy caro. Buscando opciones, salió París. Yo estuve allí hace 7 años, Luis no, así que allí nos vamos. 3 días, 2 noches.Queda sólo una semana para todo: para vernos cara a cara después de un año de charlas sin fin y de mutuas confesiones. Me tocará volar los más de dos mil kilómetros que nos separan un par de días antes de que vayamos a la Ciudad de la Luz. Me quedaré en su casa un par de días y luego partiremos rumbo a Francia. Estaremos en un hotelito al ladito del Sena.
¡Qué ganas!, aunque he de admitir que estoy nerviosa, tremendamente nerviosa, “nerviosérrima”, como diría un buen amigo mío. Después de París, me quedaré un par de días con él, en su ciudad, en su casa, en su cama. Pero no se equivoquen: sólo somos amigos, aunque el “sólo” no corresponde, pues aunque no seamos amantes, somos tanto que el “sólo” sobra. Cómo me lío, ¿eh?

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Deseos cumplidos

Adoro a Luis. No, mentira: lo ADORO. Así, con mayúsculas. Lo mejor de todo es que él lo sabe. Es una sensación impresionante que alguien te tome tan en cuenta. Les explicaré que hace algo más de un mes leí en un libro una descripción de la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga que me erizó el alma y que hizo que me entraran unas ganas locas de estar en ese sitio.

Se lo dije a Luis por teléfono y al segundo me respondió:

“Pues vamos. Tú buscas los billetes, el hotel y yo invito”

sábado, 23 de agosto de 2008

Mi "muy mejor amigo"

Yo, al igual que el Barajas de la serie “Aida”, tengo un “muy mejor amigo”. Lo paradójico del asunto es que no es un amigo de la infancia, tampoco uno de los del instituto ni los de la facultad; es un amigo que me encontré en un chat. Fui muy cabrona al principio con él, lo admito, y mil veces me he preguntado (y le he preguntado) por qué no me mandó a la mierda, por qué motivo no me eliminó de su cuenta, y listo.
Mi muy mejor amigo llegó a mi vida hace poco menos de un año y se llama Luis. He hablado con él más que con nadie, y confío en él lo que no está escrito. Es bonito tener una persona así, y lo justo sería que todo el mundo tuviera un muy mejor amigo como él. Le cuento mis problemas, mis miedos, mis sueños, y obtengo reciprocidad, un hombro amigo y la certeza de que hay cosas que están destinadas a durar para siempre, a pesar de que nos separen miles de kilómetros. Algo bueno tendré que haber hecho en la otra vida, porque si no, no me explico la suerte que he tenido.

lunes, 18 de agosto de 2008

Antes celeste, ahora verde botella

Hola, niñas y niños del mundo
Anoche tocó marcha de nuevo. Después de tanto tiempo, he salido dos sábados seguidos, ¡increíble! Se ve que yo voy al revés del mundo hasta en eso.
Volví a salir con Helen, que estrenaba vestido monísimo por obra y gracia de una cibercompra; si la semana pasada fueron los zapatos los que no la dejaron bailar, anoche fue su traje, larguísimo. Mi amiga, olvidándose del glamour por unos minutos, se anudó el vestido con un nudo que he dado por calificar de hawaiano, enseñando sus piernas y lo bien que las mueve.
Esta vez salimos de casa a las 00:30 y llegamos a la disco media hora después. Ya el ambiente estaba cargadito, pero sin rastro del chico, famoso por no ser famoso, de la camiseta celeste. Me dio igual porque sé bailar solita y también con público. Casi rozando las dos, y con Helen a punto de desnucarse pendiente de la supuesta llegada de mi amiguito, aparece ese objeto de deseo andante embutido en una camiseta verde botella pidiendo “SWING”. Nuevamente, hubo miradas fijas, no sé si reconociéndonos o sólo viéndonos. No sé si a alguien más le ha pasado, pero descubrí un placer perverso en ver cómo tomaba su cerveza Tropical directamente de la botella. No fue ese el único descubrimiento de la noche. Como en toda película, apareció la mala: una chica vestida con un traje azul y con los ojos pintados sin gusto alguno. Lo entretuvo un buen rato, mientras su amigo hacía buena cuenta de las miradas, ahora de interés, ahora de “quiero que se te rompa el tacón y te vayas, ya de ya, a tu casita”, que yo le echaba al chico de verde, ex celeste, y a su amiguita. Los dejé a los tres hablando y me fui con Helen a otra discoteca. Más gente, más humo, más baile,... “Adoptamos”, por unas horas, a David, un chico muy sonriente y simpático que no paró de bailar bajo nuestra tutela. Al chico de verde, ex celeste, no volví a verlo hasta que salimos para emprender el camino hacia el aparcamiento. Estaba en la puerta. Casi me tropiezo con él. Nos miramos y juro que el aire se podía cortar.
(TO BE CONTINUED)

domingo, 10 de agosto de 2008

Noche de famoseo...

Anoche tocó salir a tomar algo. Fui con Helen, una amiga a la que conozco hace menos de un año aunque parece que llevamos de amigas toda esta vida y parte de la anterior. La noche empezó con sorpresas: fuimos a una terraza con la idea de asistir a un concierto determinado, pero nos encontramos con que el cantante al que pensábamos escuchar había actuado la noche anterior, así que recibimos la novedad de que fuera otro cantautor quien nos bailara las horas con los oídos despiertos y siguiendo el ritmo de la música con los pies. Soplaba una suave brisa que por momentos amenazaba con congelarme, aunque agradecí su presencia ya que mecía, a veces al compás de la música, a un puñado de despistadas flores que se precipitaban en loca caída desde los árboles que nos servían de improvisada techumbre. Espera, espera, espera. Demasiado literaria me estoy poniendo... Si hablábamos de fiesta...
Paseamos tras la actuación del chico e improvisamos un picoteo rápido en un Dönner Kebab de la capital. De allí fuimos a una disco a la que casi despertamos (es que llegamos a las 12 de la noche, ejem ejem) pero de la que no nos despedimos hasta las 03:30: en medio, mucha música, mucho más baile y miradas cómplices con un chico que me resultaba tremendamente conocido y al que mi memoria no acaba de ubicar; me suena su cara, sí, pero no sé de dónde. Helen insistía en que me suena porque es casi idéntico a uno de esos “friqui-friqui” que han pasado sin pena ni gloria por el “Gran Hermano”, aunque no es de eso. Juraito. Además, en su rostro se dibujó un rictus de reconocimiento al verme, así que también yo le resulto conocida. La pregunta es ¿de qué lo conozco: de la facultad, es el hermano del ex de mi sobrina,...? Me encuentro con casi de una decena de interrogantes para los que no tengo respuestas certeras. No logro saber quién es el chico de la camiseta celeste. Lo más sencillo hubiera sido acercarme y preguntarle si en realidad lo conocía de algo, si él también me había visto antes, pero las cosas sencillas no son una opción en mi vida: soy complicada, lo avisé. He de admitir que no me lo puso mucho más fácil el que una señora cuarentona se acercara a saludarlo para cerciorarse de que no era el concursante al que se parece. El pobre puso cara de flipar, respondió como quien ha tenido que responder bastantes veces a esa misma pregunta y al poco se fue a la barra a pedir algo, yo juraría que con un enorme deseo de escapar de los comentarios y de las garras de la señora.
Si algo me quedó claro de la noche es que hacía tiempo que no bailaba tanto y con tantas ganas. Seguí el rumbo del falso famoso cuando empezaba a desaparecer de mi campo visual y temía que se fuera de la disco. Falsa alarma. Al poco apareció, escoltado por sus dos amigos. Unos minutos después nos fuimos Helen y yo, que marchamos conscientes de la mirada de seguimiento del “trío la la la”. Caminamos, aunque a veces se me iban los pies en un improvisado baile. Dos o tres pasos, nada de coreografías, que una tiene su sentido del pudor (nota mental: hazte mirar eso, V, que el sentido del pudor no puede ser nada bueno).
Llegamos a otra discoteca, dimos la vuelta de rigor para echar un vistazo al personal, intentamos hacernos un hueco entre tanta gente y me lancé nuevamente a una danza loca. Esta vez me topé con un famosillo de esos salidos de OT, que parecía haber menguado (en la tele parecía mucho más alto...) y al que nadie, más que su compañera de baile, parecía prestarle atención. A eso de la media hora llegó mi interrogante, vestido con su camiseta celeste, y se perdió entre la multitud. Helen llevaba taconazos (chica abanderada de la liga “antes muerta que sencilla”) y empezó a notar los efectos de los centímetros de más debajo de sus pies, así que tuvimos que huir despavoridas hacia casa, buscando la comodidad de sus chinelas, babuchas o como diablos se llamen los zapatos de andar por casa. Eso sí, nos fuimos con la firme promesa de regresar el próximo fin de semana para ver al objeto de mis interrogantes, si va... Quizás así se resuelvan las incógnitas. Si no, siempre nos quedará otra noche memorable.

jueves, 7 de agosto de 2008

¿Románticos? Sigo buscando...

Hay que ver cómo han cambiado mis ideales amorosos. Cuando de pequeña pensaba las características que había de tener el príncipe azul de mis sueños, la primera, primerísima era que fuera romántico. Sin embargo, a mis 31 otoños cuando leo en cualquier página de contactos que hombre se define como tal o, peor aún, como “meloso”, huyo. En serio. Me los imagino de cursis diciendo “cari”, “princesa” y se me polen los pelos de punta.
Supongo que todo tendrá su explicación. Y la tiene. Me gustan los justos términos medios: aquellos chicos que son tiernos cuando tienen que serlo, muy pasionales, un tanto camaleónicos, que saben ser fuertes pero también saben derrumbarse, que no piensan que llorar es de mujeres, que saben pedir ayuda y están para darla, que cuando dicen cualquier cosa del tipo “mi vida”, “mi amor”, lo hacen porque lo sienten, no como mero apelativo o como burda copia de lo escuchado en amores ajenos (va a ser que por eso no soporto los “caris” ni los “princesas”)
Sé que es injusto por mi parte ser tan radical, sobre todo porque supongo que yo he ido ahogando debajo de capas de desilusión a la niña romántica que fui un día y que si rascan un poquito, puede que les salga una leyenda de esas que dice “Premio”, pero no nos llevemos a engaño ya que también puede aparecer esa otra, más común, que reza “Sigue buscando, hay miles de premios”.

¿Quién soy?

Soy una chica de 31 años cansada de esperar príncipes azules y dispuesta a aceptar a cualquier rana que consiga poner patas arriba mi frío corazoncito. Abstenerse incrédulos y tantos otros. Cachis, olvidé decir que soy tremendamente complicada, y que tengo un humor bastante ácido, y que soy irónica, y muy alegre, y sé estar triste, y... ay, mejor atrévanse a conocerme.