En este año que acaba, me propongo lanzar el cajón de los malos ratos al olvido, al fondo del mar, lejos, muy lejos. Quiero recibir el 2009 con el alma desnuda, con nuevas ilusiones y, sobre todo, que mis miedos se queden con la última campanada del año viejo.
Les deseo a todos montañas de felicidad y un millón de sueños cumplidos, pero que siempre les queden algunos pendientes de realización para que puedan seguir soñando; les deseo amor, a manos llenas, que se den por entero y que reciban lo mismo; les deseo que nunca olviden el valor de una caricia, el poder de un abrazo, la importancia de una mirada, el tesoro encerrado en un beso; les deseo dinero para que puedan vivir holgadamente, sin que olviden que siempre hay otro que tiene menos que nosotros; les deseo salud a toneladas, para ustedes y para los suyos; les deseo, en definitiva, un año maravilloso, que el 2009 sea el mejor que hayan vivido.
Por mi parte, le pediré al nuevo año que haga posible lo imposible para traer felicidad a mi vida (y que se lleve la vena cursi que me sale de vez en cuando, que me gusto más con el ramalazo sarcástico... )
2008 besos y un abrazo.
V.
miércoles, 31 de diciembre de 2008
sábado, 13 de diciembre de 2008
De-sola-da
Pues a mí me cae gordo Papá Noel, sobre todo desde que Coca Cola lo travistió de rojo con fines publicitarios; tampoco es que me resultara mucho más simpático de verde, así que se va a joder, porque no pienso pedirle nada.
Los Reyes Magos, entre la crisis que hay y el poco caso que me hacen, van por el mismo camino que el barbudo canoso.
¿A quién le mando, entonces, mi lista de deseos?
Los Reyes Magos, entre la crisis que hay y el poco caso que me hacen, van por el mismo camino que el barbudo canoso.
¿A quién le mando, entonces, mi lista de deseos?
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